A las pocas horas de despertarme me encontré a la orilla de la mar, que fuera una de las cosas que más me anonadaron en esta vida, de grande y profunda que me pareció.
Algunos pescadores más jóvenes, los que utilizaban bolsas para los pedales y tenían botes a motor, comprados cuando los hígados de tiburón se pagaban a buen precio, lo llamaban el mar, en masculino. Y hablaban de él como un rival, o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo siempre se refería a él en femenino y como algo que concedía o rehusaba grandes favores y que si hacía cosas malvadas y violentas era porque no podía evitarlo. La luna le afecta igual que a las mujeres.
Las nubes se estaban acumulando ahora para la brisa y miró adelante y vio una bandada de patos salvajes que se proyectaban contra el cielo sobre el agua, luego formaban un borrón y volvían a destacarse como un aguafuerte; y se dio cuenta de que nadie está jamás solo en el mar.
El mar es solitario como un ciego. El mar es un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar.
Lorenzo dirá que en el mar pasan tantas cosas, que es como si tuviéramos que ser más grandes, más completos cuando vivimos en el mar.
Run away to sea, huir al mar, es la rotura inglesa tradicional de la autoridad de los padres, la iniciación heroica.