El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
No sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho.
Mi patria es un latido de guitarra, unos retratos y una vieja espada, la oración evidente del sauzal en los atardeceres.
Sabiduría de campo afuera la suya,
la de aquel que está firme en el caballo
y que rige a los hombres de la llanura
y los trabajos y los días
y las generaciones de los toros.
El mar es solitario como un ciego. El mar es un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar.