Mientras los otros zapateaban y brindaban, él hora tras hora, en un rincón, acariciaba las hebras blancas que le obedecían dócilmente y, a su mando, podían susurrar, reír, sollozar.
La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo.
Los intérpretes mantienen viva la música. Sin sus voces y sus sonidos sólo tendríamos partituras mudas que ni siquiera sé imaginar.
Música, melancólico alimento para los que vivimos de amor.
Y además el piano sirve, sí sirve... sirve para llenar de armonía los hogares y que no sean ceniceros.