Roberto Bolaño, frases

La literatura se parece mucho a las peleas de los samuráis, pero un samurái no pelea contra otro samurái; pelea contra un monstruo. Generalmente sabe, además, que va a ser derrotado. Tiene el valor sabiendo previamente que va a ser derrotado, y salir a pelear: eso es la literatura.

El silencio es como la lepra, declaró Wieder, el silencio es como el comunismo, el silencio es como una pantalla blanca que hay que llenar. Si la llenas, ya nada malo puede ocurrirte. Si eres puro, ya nada malo puede ocurrirte. Si no tienes miedo, ya nada malo puede ocurrirte.

¿El mundo tiene remedio? El mundo está vivo y nada vivo tiene remedio y ésa es nuestra suerte.

Sobre la falta de aburrimiento Conrad dice quees la prueba de oro de la salud. Mi salud, según esto, debe ser excelente.

Como si estuviera presenciando un incendio, le dijo después Pelletier a Liz Norton. Pero no un incendio en su punto crítico, sino uno que, después de meses de arder, estuviera a punto de apagarse.

Libros envejecían en los anaqueles más mohosos de las librerías o se saldaban o eran olvidados en los almacenes de las editoriales antes de ser guillotinados.

Su tesis acaso peque de simple: sólo el dolor ata a la vida, sólo el dolor es capaz de revelarla.

A veces me creía pésimo, a veces fracasado, pero siempre un escritor.

Delante de ellos, caminando hacia atrás y riéndose con la plenitud de sus veintiséis años, una risa magnífica que ellos no tardaban en imitar aunque ciertamente hubieran preferido no reírse y sólo mirarla.

Déjenlo todo, nuevamente láncense a los caminos.

Una mujer que a pesar de los años conservaba intacta su determinación, una mujer que no se aferraba a los bordes del abismo sino que caía al abismo con curiosidad y elegancia.

Pero de todas maneras, pese a la exposición aparentemente fría de desgracias, la conversación y el paseo sólo contribuyó a sumirlos aún más en ese estado melancólico, a tal grado que al cabo de dos horas ambos sintieron que se estaban ahogando.

Para ella la lectura estaba relacionada directamente con el placer y no directamente con el conocimiento o con los enigmas o con las construcciones y laberintos verbales, como creían Morini, Espinoza y Pelletier.

También descubrió que era un joven rencoroso y que estaba lleno de resentimiento, que supuraba resentimiento, y que no le hubiera costado nada matar a alguien, a quien fuera, con tal de aliviar la soledad y la lluvia y el frío de Madrid.

El paso de los meses y de los años, que suele ser callado y cruel, le trajo algunas desgracias que hicieron variar sus opiniones.

Tenía muchos mapas, como suelen tenerlos aquellos que desean fervientemente viajar y aún no han salido de su país.

Todos los escritores son grotescos, escribe Wieder. Todos los escritores son Miserables, incluso los que nacen en el seno de familiar acomodadas, incluso los que ganan el Premio Nobel.

Déjenlo todo, nuevamente, láncense a los caminos.

En su libro de historia la Naturaleza no tenía una postura pasiva, más bien al contrario, se movía y nos huasqueaba, aunque esos golpes nosotros, pobres ignorantes, solemos achacárselos a la mala suerte o al destino...

Hay un desafío inicial que se mantiene, aunque sabes que vas a perder, porque la maravilla del ser humano, del género humano, es saber que su destino es el de perdedor.