Sólo una cosa tendría derecho a despertarla, sólo una felicidad tendría derecho a interrumpir esta felicidad del cuerpo sereno en el sueño, recortado sobre la sábana, envuelto en sí mismo con una tersura de luna enlutada.
Sus inmovilidades pensativas, soñando con los ojos entrecerrados, tenían para ella misma la elocuencia de casi un dúo de amor.
Pero tengo miedo de que sea una gran decepción, y por eso sólo prefiero seguir soñando.
Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven hasta él.
Despertaba al amanecer para sentarse en la cama a observar a su mujer dormida con tal atención que aprendió a adivinarle los sueños.
Con todo, debo dormir. Ellas duermen, y la luna y el sol también duermen, y hasta el océano duerme a veces, en ciertos días, cuando no hay corriente y se produce una calma chicha.
Yo sí que sé lo que buscaba. Pero no existía, así que no llegué aescaparme.
Parecía el hilo más tenue de la telaraña de los siglos: parecía un gemelo de la muerte: el sueño.